jueves, 3 de octubre de 2013

Que rico café...

Que bueno que cae un café bien frío durante una tarde calurosa de Otoño, que bien que te cae salir de la rutina, que bien cae recordar viejos tiempos, que bueno que es salir con uno de tus mejores amigos y pasar horas platicando.

Siendo el ser humano un ente sociable, es de extrañar que nos conformemos con los mensajes de texto o una llamada telefónica para aclarar que tus amistades siguen siendo tan cercanas como siempre.

A mi forma de ver las cosas, nos hemos encasillado en la idea de que esta mínima interacción basta para saber como está la otra persona, como se siente realmente o lo que piensa sobre lo que le cuentas.

Hemos perdido el interés de los gestos pocos perceptibles, las muecas que nos recuerdan tiempos pasados, las risas acompañadas y todo aquello que la comunicación no verbal nos ofrece.

El día de hoy, todo esto me fue recordado gratamente, el charlar con un amigo que hace años no veía a solas, platicar de cosas del pasado y cosas que actualmente afectan nuestro día a día, me hizo anhelar ver a cada uno de aquellos personajes (muy importantes) que han estado en mi vida, aquellos con los que pasaba horas enteras platicando.

El día de hoy, recordé como me agradaba ver ciertos gestos de este gran amigo, como me encanta escuchar su opinión sobre los temas que involucran a nuestro entorno y como es que podemos tener un dialogo tan profundo como divagado sin ningún remordimiento.

Que es lo que le falta al ser humano para recordar esa necesidad de verse de frente y platicar lo que nos pasa, poder llorar, reír, hacer muecas o angustiarse por lo que el otro pasa, para volver a aquellas pláticas de café, sin preocuparse por el celular, por llamadas o mensajes, tal vez sea perder todo aquello que nos hace estar más "cerca" de los demás... No lo sé

Pero lo que hoy queda es Buscar a mis amigos, a mis hermanos con los que no comparto sangre, para alegrarme de sus logros y, si ellos lo permiten, aconsejarles de sobre sus preocupaciones.

Eso es lo que el día de hoy me deja... La alegría de recordar que tengo a personas únicas en mi vida y volver a tener esa necesidad de ver a aquellas que hace tiempo no veo.... Que gran día!

miércoles, 2 de octubre de 2013

Una fecha que no debe ser olvidada


Siendo una fecha como hoy (2 de Octubre 2013) ver las cosas que pasan por televisión (noticieros) y notas en internet, recordé vagamente aquella ocasión en la que en la preparatoria nos permitieron realizar un escrito para un concurso... El mío, relacionado a este evento, no puedo decir que fue lo mejor que he escrito, pero si con datos reales, personajes ficticios que vivieron cosas que en mi pueblo natal pasaron.

Aquella lucha de ideales siempre ha sido un gran tema para mi, los valores de cada uno de nosotros nuestros ideales son parte fundamental de nosotros, porque no aprender de aquellos que lamentablemente murieron por su lucha...

Y haciendo honor a esto, comparto la historia que hace años realicé.

Masacrecon guante blanco

Si, ahíestuve, sin saber a donde ir, a donde correr, el miedo que me inundo esindescriptible.  
Mi nombrees Andrea, y voy a contar, a todo aquel que quiera escucharlo, lo que nossucedió a mis amigos y a mí, en aquella plaza de las tres culturas. El 2 deOctubre de 1968, a las seis de la tarde. 

Esto, cambio mi vida.

Misamigos, y yo, decidimos luchar por algo que nos parecía justo, que el ejércitono interviniera en nuestra casa de estudios, era como si alguien intentaraallanar tu hogar. Nuestro movimientos habían llamado la atención desde tiempoatrás, por el 28 de Agosto, aquel día también fue significativo,ya que efectuamos una gigantesca marcha que culminó con la entrada al Zócalo demiles y miles de personas, que pensaban igual que nosotros, convocados por elConsejo Nacional de Huelga. Tiempo después fue cuando decidieron hacer estenuevo mitin.

Cuandollegamos a, la ya mencionada, plaza de las tres culturas, apenas eran pocos losque llegaban, en esos momentos, yo solo pensaba en que el presidente DíazOrdaz, y todo su gobierno, se estaba haciendo sordo frente a tal situación,ante los gritos de justicia que los estudiantes hacíamos… que mal estaba! claroque nos escucharon, pero no respondieron como hubiésemos querido. Decidimosestar cerca del templo de Santiago, por que?, aun a estas fechas no lo se, solose que eso no nos ayudo mucho. Cuando ya casi todos habían llegado, comencé aobservar, sin tomarle gran importancia, a muchos compañeros que habían estado,al parecer, en todo el movimiento que habíamos hecho, pero tenían algo encomún, algo que pensé era un símbolo de paz y justicia, pensé mal, un guanteblanco en la mano izquierda, seguro pensaras que como es que aun recuerdo elcolor del guante y en que mano se encontraba, créeme son cosas que nunca olvidascuando simbolizan tanto.

Loscontingentes militares tomaron posiciones en las inmediaciones de la zona, noresultaba difícil reconocerlos, aquellos uniformes eran más que obvios. Piensoque éramos más o menos, unas 10,000 personas las nos encontrábamos reunidas enaquella plaza en esos momentos, sin más armas que nuestra voz y nuestrosideales.

Alprincipio, el ambiente fue, se podría decir, tranquilo, Carlos, uno de misamigos, días antes me había comentado algunas cosas acerca del generalHernández Toledo, el intervino en la plaza, y fue ahí que Carlos, señalo unaluz de bengala que se veía en el cielo, algunos militares, tenían cara desorpresa al igual que nosotros, lo peor fue cuando escuchamos el primer disparoy después de ese, una lluvia interminable de ellos, muchos de los militarestrataron de proteger a niños que se encontraban en la plaza colocándose enpecho tierra y tratando de distinguir de donde provenían los disparos, alparecer de arriba, creo que francotiradores, no lo se, solo creo que se encontraban en las ventanas de aquellos enormes edificios que nos rodeaban, todoscomenzamos a correr, gritar, empujarnos, todo fue un caos. Carlos y yo nosseparamos del grupo de amigos, éramos unos diez, todos nos dispersamos entre elsilbar de las balas y el bullicio angustioso.

Mientrascorríamos vi hacia atrás, para ver si alguno de nuestros amigos nos seguían,pero no era así, solo vi a otros dos de ellos, pero no podían correr, el miedoy tristeza recorrieron mi cuerpo rápidamente, Carlos me dijo que corriera y queno volteara hacia tras, nos dirigimos al templo, creí que ahí estaríamos asalvo, pero de nuevo me equivoque, cuando corríamos hacía él, entre terriblesimágenes de personas callando alrededor nuestro mal heridas, o en el peor delos casos, muertas, vimos a  varios militares entrando y de inmediatocerraron las puertas, cuando lo hicieron creí que moriría, entonces Carlos hizoque cayera al suelo, cuando abrí los ojos sobre mi estaba Carlos, con muestrasde dolor en el rostro, de inmediato nos levantamos e intentamos refugiarnosdetrás de uno de los muros del templo. 

En ese momento una escena marco mi vidapor completo, un niño paso corriendo con su madre frente a nosotros, de repentesu madre cayó muerta de diversas balas que atravesaron su cuerpo, su hijo quedoaterrorizado frente a ella, lo único que pudo hacer fue llorar, entonces volteoa verme con aquellos ojos inocentes llenos de lagrimas y muestras de dolor, yono supe que hacer, creo que mi rostro solo reflejaba sorpresa, terror yangustia, cosas que no le ayudaban y en ese momento una bala en la cabeza learrebato la vida, tan rápido que no dejo de verme hasta que cayó al suelo, mihorror fue inmenso, tal vez si hubiera salido antes le hubiese salvado, intenteir ver si se aun se encontraba vivo, pero Carlos no me dejó, dijo que estabamuerto y que no quería que corriera con su misma suerte, dijo que huyéramos de ese lugar, se levanto y vi el por que de su sufrimiento, un disparole había herido en el brazo, sospeche que fue en el momento en el que me tiro yquise agradecérselo, pero no dije nada, tal vez hubiese sido mejor decírselo, corrimosfuera de la plaza, seguimos a varios compañeros que corrieron a los edificioscercanos, nos quedamos en la entrada de uno de ellos, yo respiraba condificultad, sentía que mi corazón quería salir corriendo, que eso solo era unmal sueño, que no era real.

Carlos me abrazo y prometió que me defendería, yopregunte por que nos habían atacado, no habíamos hecho nada malo, él dijo quede acuerdo a los disparos querían matar al general, pero que vio a variosciviles disparando armas contra la multitud, según me dijo, él creía que eranoficiales disfrazados, ya que las armas que tenían no eran muy comunes, Carlossabía de eso ya que le gustaba mucho averiguar sobre ellas y sus diversos usos,ya fuese en el ámbito social, policiaco o militar, en medio de gritos y depersonas corriendo, comenzaron a disparar hacia todos nosotros, en ese momentotuvimos que callar para subir escaleras, ya que compañeros que estaban en laplaza entraron corriendo al edificio donde nos encontrábamos, gritando quevarias personas se dirigían hacia ese lugar, con armas, dispuestos a matarnos,corrimos por varios pisos, tocábamos puerta pidiendo ayuda, suplicando, pero nonos habrían, muchos decían que nos fuéramos, nunca había corrido con tantadesesperación, solo buscaba el seguir viviendo, no quería morir, quería ver amis padres, a mis hermanos, a mi familia, quería regresar el tiempo paradecirle a mis amigos que los quería mucho, pero ya era tarde, parecía que elmundo se estaba acabando, entonces los escuche, pasos de varias personas alsubir las escaleras y a muchos compañeros gritando, pidiendo clemencia, rogandoque no los mataran y después de eso, solo un disparo y de nuevo sus pasos, yome quede paralizada, ya había soportado demasiado, no aguantaba más, Carlossiguió tocando puertas, nadie respondía, de repente una puerta se abrió, perola voz de las personas que nos perseguían se escucho “Alto!” Carlos me empujohacia la puerta que se encontraba abierta, caí al suelo y voltee a verlo condesesperación, de sus labios solo escuche, “te lo prometí”, las palabras de miboca no salieron, solo cayeron lagrimas de mis ojos, la familia que seencontraba dentro del departamento cerro la puerta y me escondió, donde?, no lose, son cosas que no recuerdo, solo recuerdo que sentía a otros junto a mí, conla misma desesperación que la mía, escuche disparos, gritos, y no podía pararde llorar, una voz al lado mío me dijo: “tranquila, esta familia se arriesgapor nosotros no debes dejar que nos encuentren”

Despuésde un rato, todos se habían ido yo no sabía que hacer, entonces escucheclaramente como tiraban la puerta del departamento y arremetían contra lafamilia que nos ayudo, la desesperación invadió mi cuerpo. Cuanto tiempo paso?,no lo se, pero para mí fue una eternidad, cuando ya no escuche ningún ruido, cuandotodo quedo en silencio, en ese momento un hombre entro en la habitación dondeestábamos y nos dijo: “pueden irse, todos se han ido, quedan algunos militares,pero solo están en la plaza, podrán irse por detrás del edificio sin ningúnproblema, solo no volteen y no intente regresar, tengan cuidado” a esa familianunca la olvidare. Cuando salimos del cuarto, vi a uno de los integrantes de lafamilia, un joven, que se encontraba en el sofá con un golpe en la cabeza, porlo que logre ver, no era muy grave, pero su madre y una niña pequeña seencontraban a su lado, al salir del departamento, vimos a muchos jóvenes a lolargo del pasillo y con horror vi el cuerpo a Carlos tirado al lado de unaventana, corrí hacia él, creí que se encontraba muerto, por suerte, nuevamenteme equivoque, se encontraba vivo, pero muy lastimado, al parecer no lo mataronpor que lo creyeron muerto, uno de los compañeros que encontraban conmigo meayudo a llevarme a Carlos, al principio dijo que no había nada que hacer, peroal ver que aun estaba vivo, acepto ayudarme, salimos del edificio entre terriblesimágenes de personas muertas, en su mayoría jóvenes, pero no podíamosdetenernos ha ver si se encontraban vivos, Carlos no podía caminar, respirabacon mucha dificultad, y yo aun me encontraba mal, además, no podíamos dejar quenos vieran, aun se encontraban personas con armas en las manos, el temor quenos invadía era terrible, después de un tiempo logramos salir de ese lugar,pero aun teníamos que ir con mucho cuidado ya que los militares y los hombresdel guante blanco, se encontraban rondando la zona, José, el compañero que nosayudo, menciono que llevaba auto pero que aun se encontraba lejos de ese lugar,me dio la opción de llevar a Carlos, en su auto, al hospital, yo acepte, lascalles que cruzamos para llegar al auto fueron eternas, cuando veía a Carlostan mal herido, recordaba su sonrisa cuando nos daba clases, el era ya unprofesor de filosofía que pretendía ayudarnos a combatir por nuestros ideales.

Al llegaral auto de José, colocamos a Carlos en el asiento de atrás, cuando salimos deldistrito, José me cuestiono sobre Carlos, me pregunto su nombre completo,cuando se le dije, la expresión de su rostro cambio, y fue cuando menciono quesabia donde vivía y  que podíamos llevarlo allá, yo sabía donde vivía,pero no encontraba la relación de José con Carlos, yo le pregunte de donde loconocía, y él me comento que era por que fue su profesor de Filosofía en elsemestre pasado y que era uno de los dirigentes importantes del movimiento,cosa que yo no sabía, optamos por llevarlo con su familia, ya que era un granriesgo el llevarlo al hospital sabiendo que aun los estarían buscando, cuandollegamos al lugar en donde vivía la familia de Carlos, que era un pueblo cercadel distrito federal llamado San Martín Cuautlalpan, logramos encontrarfácilmente su casa, ya que todos sabían quien era su familia, al llegar, suspadres salieron y atendieron a Carlos, un joven, más chico que Carlos, nospidió que entráramos, pero José dijo que tenia que ir a ver a su familia, yomencione que vivía sola y que quería quedarme a cuidar a Carlos, José seretiro, al entrar a casa de Carlos, vi que sus padres le estaban curando lasheridas, el joven que nos recibió me dijo que era su hermano y que su nombreera Francisco, su padre lo mando para que llevara a un doctor, Francisco salioa buscarlo y después de un rato regreso son un hombre grande y vestido deblanco, paso mucho tiempo en el que me dejaron quedarme escondida en su casa,desde un teléfono puse por aviso a mi familia, parecía que el gobierno aun nosbuscaba, al pequeño pueblo ya lo habían puesto sobre aviso, a diario pasabanhelicópteros con hombres armados y había toque de queda, no podía haber nadieen las calles a partir de las diez de la noche, había soldados que al ver a laspersonas en la calle las tomaban bajo arresto, el ambiente de aquel apaciblepueblo, cambio por completo.

CuandoCarlos se recupero regresamos al distrito, con mucha precaución porque lascosas aun se encontraban algo pesadas, la decisión de regresar fue porque lahija de unos amigos que habían fallecido en la plaza se encontraba al cuidadode unas personas y Carlos se sentía responsable de ella, fuimos a recogerla enmedio del bullicio que aun existía entorno al acontecimiento, y Carlos la dejobajo el cargo de uno de sus hermanos, ya que el no tenia información algunaacerca de su familia. Al tener la seguridad de que se encontraba a salvo,reunió nuevamente a los dirigentes del movimiento, para ese entonces yo ya erasu novia, y era por eso que siempre me encontraba a su lado, cuando hacíanjuntas yo le acompañaba. Durante una de ellas, en la cual por ciertoencontramos nuevamente a José, el chico que nos había ayudado, yo salí acomprar unas cosas, fue entonces que vi como una serie de personas armadasentraron a donde se encontraban todos reunidos, no pude hacer nada, la personaque se encontraba en la tienda me detuvo, y me escondió detrás del mostrador alnotar que yo formaba parte del grupo al que intentaban arrestar, escuchedisparos, lagrimas salieron de mis ojos, sabía lo que había pasado muchossalieron corriendo, José entro a la tienda y al igual que yo, se oculto de laspersonas que nos buscaban, cuando le pregunte por Carlos, solo agacho la cabezay me abrazo, no podía contener la tristeza que me invadía, no podía creer queCarlos no hubiese podido escapar, pero así fue.

Regrese ala casa de Carlos, antes de entrar, aun con tristeza en mi rostro, no sabía queiba a decir, pero la sorpresa que me esperaba era aun peor, Francisco, elhermano de Carlos, había sido encontrado muerto cerca de la casa de su Hermano,y Emma, su novia, había desaparecido, no sabía que hacer, de nuevo mi mundo sehabía caído, la madre de Carlos solo me abrazo e intento tranquilizarme, yo nopodía aceptar la muerte de Carlos y Francisco, y la desaparición de Emmatambién me había afectado, ya que ella se encontraba en el tercer mes deembarazo, y si se encontraba viva?, que sería de ella y su bebe?, nunca me pudecontestar esas preguntas, Tardaron un largo tiempo los padres de Carlos enrecuperar su cuerpo, el gobierno no quería entregarlo.

Por esoahora me encuentro aquí, frente a la tumba de una gran persona. Como saber quesucedería, como saber la reacción del gobierno y otros grupos, como saber que nos callarían la boca con el simple movimiento de una mano. No, no losabíamos, si así hubiese sido yo… no se, lo volvería a hacer creo, ya que todofue por unos ideales que aun a la fecha tengo y que no dejaría por nada, conocía personas que fueron importantes en mi vida, y muchas otras que me marcaronpara siempre.

Ah Puch